domingo, 29 de julio de 2007

¿POR QUE SOMOS DISTINTOS?

Las mujeres y los hombres son igualmente sexuales aunque la palabra sexualidad masculina sea más incuestionable que la femenina.

Dicen los psicólogos que la sexualidad de las hembras mamíferas es más selectiva, que las mujeres necesitan más tiempo y más información para sentirse relajadas y poder centrarse en el sexo, y que la sexualidad masculina es más rápida y necesita menos información para cumplir con lo que la naturaleza le impone: dejar sus espermatozoides en el mayor número posible de vaginas.

Pero los seres humanos, a través del desarrollo cultural, nos hemos alejado de lo estrictamente biológico, le hemos añadido al sexo otras dimensiones, como: la del placer, el reconocimiento, la autoestima y también como expresión del amor que nos sentimos.

En este momento, y gracias a los anticonceptivos, podemos decir que los deseos sexuales de hombres y mujeres cada vez se aproximan más, pero no todos los seres humanos tienen los mismos deseos, al mismo tiempo y con la misma intensidad. Antes se pensaba que los hombres eran los portadores del deseo y las mujeres se doblegaban dócilmente a este; por esto, el único problema para un hombre era que su mujer no aceptara sus invitaciones o lo deseara más que él.

En la actualidad se sabe que hay mujeres que no desean tanto como su pareja y se sienten bien sexualmente con un par de relaciones al mes, hay hombres que sienten este mismo nivel de deseo y ahí mujeres que desean una relación sexual por lo menos una vez al día.

El problema existe cuando la pareja no tiene el mismo ritmo de deseo, y si bien una mujer puede aceptar una relación sexual sin ganas (aunque no es recomendable) a un hombre le es imposible hacerlo y esto hace que tanto hombres como mujeres se sientan profundamente frustrados cuando perciben que su pareja no les desea con la frecuencia por ellos deseada o desea más de lo que pueden darle.

La solución pasa por aceptar que no todos somos iguales y lo mismo que unos comemos menos que otros, hay personas que desean más que otras en sexo. Hay que ser profundamente respetuoso con las necesidades del otro y, para que el que necesita más no se sienta frustrado, existen varias soluciones, desde compartir una bonita relación sexual en la que cada uno pueda parar en el momento que lo desee, hasta "administrarse" la propia sexualidad.

La autogestión o autosolución es una muy buena alternativa al sexo compartido y si esta se realiza "acompañado" por la habilidad de la pareja es mucho mejor , pero no hay cosa peor que la exigencia de "tener un orgasmo" cuando ni el cuerpo ni el espíritu están encaminados en ese pensar y ni en esa labor.

BAPLUN

sábado, 28 de julio de 2007

EL VASO DE AGUA

Un conferencista hablaba sobre el manejo de la tensión. Levantó un vaso con agua y preguntó al auditorio: - ¿Cuánto creen ustedes que pesa este vaso con agua? Las respuestas variaron entre veinte y quinientos gramos. Entonces el conferencista comentó:

-No importa el peso absoluto. Depende de cuánto tiempo voy a sostenerlo. Si lo sostengo por un minuto, no pesa nada. Si lo sostengo durante una hora, tendré un dolor en mi brazo. Si lo sostengo durante un día completo, tendrán que llamar una ambulancia. Y es exactamente el mismo peso, pero cuanto más tiempo paso sosteniéndolo, más pesado se va volviendo. Y concluyó:

- Si cargamos nuestros pesos todo el tiempo, más pronto o más tarde, ya no seremos capaces de continuar, la carga se irá volviendo cada vez más pesada. Lo que tienes que hacer es dejar el vaso en algún lugar y descansar un poco antes de sostenerlo nuevamente.

Sabes? Hay alguien que se llevo todas tus cargas, pecados y enfermedades en la cruz del calvario. No tienes porque seguir llevándolas tú.

Cuando algo te pese y te agobie solo debes ir a los pies de Cristo confiadamente y depositar todas tus cargas en El.


Baplun

viernes, 20 de julio de 2007

BUENA RESPUESTA,,,BUUUUEEEENNNNOOO

LA PEOR CARCEL


A veces la peor cárcel que tenemos, son nuestros propios pensamientos.

Nuestra manera de pensar nos ata y nos ciega de tal manera que no nos permite ver más adelante. Estamos prisioneros en nuestra propia celda, somos el carcelero, el torturado, y el prisionero.

Quien tiene las llaves de nuestra celda, o la dinamita que vuele por los aires esta maldita cárcel, somos nosotros mismos. Pero no nos atrevemos a usarlas, por que somos cautivos de nuestro verdugo, EL MIEDO. Quien no metió aquí? que se yo?...existen mil motivos o causas.

Una decepción amorosa, una infidelidad, una autoestima mal comprendida. Una niñez desdichada, o lo contrario una sobreprotección paternal. Un defecto físico, pobreza económica, una ideología, o una religión castrante, etc.

Este motivo, no nos permite siquiera asomarnos por las rejas al exterior. Con el tiempo nos hemos acostumbrado a lo reducido de nuestra celda, que los espacios grandes los detestamos. Y la libertad eso es, un espacio grande.

Quizá la felicidad no este fuera de esas cuatro paredes, pero si esta la oportunidad de crearla. Porque a la felicidad hay que crearla, no existe sobre pedido necesita un elemento primordial. LA LIBERTAD.

Si no existe esta, le podrás echar la culpa a cualquier intromisión externa, y a lo mejor tendrás razón o por lo menos tendrás una excusa digna de tomarse en cuenta. Ya instruí el motivo, ahora cual será ese calabozo?

Una relación incorrecta difícil de terminar.
Una relación que sobrevive por falta de una decisión.
Una vida sombría y sin esperanza, una rebelión continúa a una situación que no se entiende.
Un miedo a usar tu libre albedrío y equivocarte.

No tengas miedo, no va a pasar nada, que no tenga remedio, lo peor que podría pasar es que te acostumbres tanto a esa situación que creas que para ti, no hay otra. Por favor, créelo, tienes derecho a la felicidad, nadie tiene la tuya, ustedes solo tienen que construirla. Si existe, pero hay que hacerla, así como se hace un riquísimo pastel que después disfrutamos así también la felicidad, tienes los elementos para hacerla y el primer y esencial elemento es Dios en tu corazón, porque solo El puede hacerte completamente libre.

De tu vida puedes hacer que ésta sea feliz o infeliz, no depende de nadie más que de ti. Si los malvados tienen derecho a ella, con mayor razón tú, que no lo eres. Esa mazmorra, recuerda, podrá matar tu cuerpo, pero jamás tu alma. Comienza hoy a ser libre y a construir tu felicidad.

Pero para empezar cambia ese viejo paradigma por este....que te hará libre.

¡LA FELICIDAD SI EXISTE Y TENEMOS DERECHO A ELLA!


Autor: baplun

lunes, 16 de julio de 2007

RABIA

Esta fotografía fue tomada por Juan Pérez Terrero, en los días posteriores a la invasión norteamericana a la República Dominicana en Abril de 1965 cuando el soldado norteamericano quiso obligar a este obrero a recoger la basura.

Y lo que se registra y registrará la historia, como asunto principal es que el, desde entonces célebre y mundialmente conocido, dominicano de la fotografía en cuestión, enfrenta en actitud de valiente y desafiante protesta, con tan solo unos puños bien crispados y dispuestos a descargarse, a un soldado que pisoteaba el suelo y la dignidad de este país y que pretendía hacer prevalecer su decisión con un pavoroso

Huelga repetir que esa escena captada por la foto, o para mejor decir, por las fotos de Pérez Terrero, recorrieron el mundo en aquellos tiempos en que los dominicanos defendían su patria. En las más variadas ciudades del mundo, en numerosos impresos de otros países, la aludida foto aparecía como un símbolo de resistencia y de decoro. Y seguirá jugando ese mismo papel por todos los años por venir.

El hecho mismo de que una agencia internacional la haya escogido como una de las fotos del siglo veinte, da una idea de la trascendencia del hecho singular que ella retrata. Y si está muy bien que quien tenga datos e información los aporte, es preciso que a la hora de hacerlo, cada quien se ocupe de poner con objetividad y justicia, las cosas y los hombres en su justo lugar.

¿CUANDO ENVEJEZCO?

cuando me cierro para las nuevas ideas y me hago radical.

cuando lo nuevo me asusta y mi mente insiste en lo comodísimo.

cuando mi pensamiento abandona la casa y retorna sin nada.

cuando me hago impaciente, intransigente y no consigo dialogar.

cuando pienso mucho en mí mismo y me olvido de los demás.

cuando pienso en intentar pero temo al precio de intentarlo.

cuando permito que el cansancio y el desaliento tomen mi alma.

cuando el miedo vence mi oportunidad de amar y de arriesgar.

Envejezco cuando paro de luchar.