viernes, 30 de enero de 2015

UNA MUJER Y UN HOMBRE HETEROSEXUALES NO PUEDEN SER “SOLO AMIGOS”





La amistad inocente entre un hombre y una mujer heterosexuales —y por inocente queremos decir sin ningún tipo de intención o búsqueda sexual de uno para otro— es uno comportamiento que popularmente se considera irreal, imposible, una coexistencia pacífica y platónica que, cuando se da, solo es porque en el fondo se oculta un intenso deseo sexual las más de las veces compartido —o eso es lo que muchos quisieran pensar


Sea como fuere, este dilema fue analizado recientemente por un grupo de científicos de la Universidad de Wisconsin-Eau Claire, en Estados Unidos, para saber qué tanto de verdad existe en dicha consigna popular
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El estudio consistió en reunir a 88 parejas de estudiantes universitarios y, tanto por separado como frente a frente, hacerles una serie de preguntas sobre los sentimientos románticos que pudieran o no haber tenido hacia el amigo con quien acudieron al laboratorio, respuestas que después fueron clasificadas en tres categorías: Ninguna atracción, Moderadamente atraído y Extremadamente atraído, diferenciando también entre atracción, estima y deseo. Asimismo, se realizó un historial tan completo como fuera posible de la interacción cotidiana que cada participante tenía con personas del otro sexo, las circunstancias en que los amigos se habían conocido (trabajo, escuela, infancia, etc.), el tiempo que había durado su amistad, las emociones involucradas en su vínculo y otras variables que, como el hecho de compartir historias o haber ofrecido apoyo de algún tipo, ofrecieran un cuadro completo sobre el asunto.

De acuerdo con los resultados obtenidos, lo más interesante de este tipo de relación es que su percepción cambia enormemente en función del género, esto es, hombres y mujeres juzgan desde distintos parámetros la relación que sostienen con su contraparte.

Así, en algo que no es del todo sorpresivo, son los hombres quienes sienten mucha más atracción hacia sus amigas. Igualmente son los hombres quienes tienen más probabilidad de pensar que sus amigas también se sienten atraídas a ellos, un malentendido que, al parecer, se alimenta solo en el ámbito masculino, al grado de cegar al hombre ante la verdad de que su interés sexual no es del mismo grado que el de la mujer con quien sostiene la relación amistosa. Paradójicamente, las mujeres en general se encuentran el punto exactamente opuesto: sienten poca o ninguna atracción por sus amigos hombres y suponen que esta falta de atracción es mutua. Por otro lado, parece ser que los hombres resienten mucho más que las mujeres el estatus de “solo amigos”.

“Los hombres consistentemente sobrevaluan el nivel de atracción sentido por sus amigas mujeres y las mujeres consistentemente subestiman el nivel de atracción sentido por sus amigos hombres”, dice Adrian F. Ward en el sitio Scientific American, condensando en esta fórmula el desencuentro al que parecen condenadas las relaciones amistosas entre hombres y mujeres.

Pero más allá de fortalecer o minar un estereotipo o un cliché, este estudio muestra la diferencia con que un mismo hecho o circunstancia —en este caso una relación personal— es experimentado por quienes lo protagonizan: con platonismo en ambas partes, solo que en el hombre desde el ideal de que eventualmente “algo pueda suceder” y en la mujer desde el ideal (tranquilizante) de que ahí nada puede suceder.

jueves, 29 de enero de 2015

¿QUÉ PASA DESPUÉS DE SER AMIGOS CON DERECHOS "ACD"?



Las relaciones de Amigos con Derechos (ACD) son muy populares entre universitarios y gente entrando en los 30s – alrededor del 60% de personas encuestadas entre 20 y 30 años de edad, reportan al menos una relación de ACD en algún momento de su vida . Esta popularidad no es sorprendente

En el espectro de una relación completamente informal (pensemos en una noche de sexo casual con un desconocido) y el de una relación completamente romántica (pensemos en relaciones sexuales con una pareja de varios años), Los ACDs ocupan una posición media bastante curiosa.

No son tan informales, ni tan formales, pero ayudan a aliviar muchos de los riesgos inherentes a conexiones más informales, como acabar con mal con un amante desatento/inadecuado. Pero los ACDs tampoco son tan románticos- no tienen el compromiso explícito de ser una pareja y construir un futuro juntos, o de llenar la expectativa de la monogamia sexual inherente a las relaciones más serias. Como tal, alivian las cargas de comprometerse con demasiada rapidez a la persona equivocada.

Aparte de los beneficios obvios de el placer sexual, la exploración y la amistad, Los ACDs sirven otras dos funciones principales: Pueden actuar como un “comodín” (una relación temporal hasta que algo mejor llegue) o como un “periodo de prueba” (comprobación para ver si eres compatible con la persona antes de comprometerse).

La respuesta a la pregunta del periodo de prueba suele ser un ‘no’: Sólo alrededor del 10-20% de los ACDs se convierten en relaciones comprometidas a largo plazo. La gran mayoría dura por un tiempo (a veces años), entonces el sexo comienza a esfumarse. ¿Y luego qué? ¿Termina la amistad junto con el sexo, o se las arreglan para sobrevivir al fin de los “derechos”?

Hay una creencia generalizada de que el sexo es perjudicial para una amistad, que complicaría las cosas y en última instancia destruiría la amistad. La gente tiene esto en cuenta al considerar un ACD. En un estudio, la pérdida de la amistad era la segunda desventaja más mencionada de los ACDs , sólo superada por el riesgo de desarrollar sentimientos no correspondidos.

Un estudio reciente publicado en la edición de noviembre de 2013 de la revista Archives of Sexual Behavior elimina algunos de éstos temores. El equipo de investigación, dirigido por el Dr. Jesse Owen de la Universidad de Louisville en Kentucky, encuestó a casi 1.000 estudiantes universitarios acerca de sus experiencias con ACDs. Entre los 300 que tuvieron un ACD en el último año, un total de 80% dijeron que siguieron siendo amigos después de que terminaron sus encuentros sexuales. El 50% reportó llevar una relación más cercana con su ex–ACD que antes que los derechos comenzaran, y alrededor del 30 % ya no llevaba una relación cercana. Y, los hombres y mujeres tienen percepciones muy similares acerca de lo que sucede con la amistad después de los beneficios.

Los ACDs pueden terminar de muchas maneras diferentes. La tensión sexual se puede disipar (lo que ocurre inevitablemente con el tiempo). O el sexo ya no funciona muy bien. O uno de ellos se enamora y, ya sea uno o ambos, deciden que la relación es una mala idea. O uno de los involucrados empieza una relación seria, monógama con alguien más. Sin importar como terminen, parece que una vez que el aspecto erótico se ha agotado, muchos de ellos no les resulta particularmente difícil volver a ser sólo amigos. La historia compartida, la intimidad emocional, la afición mutua siguen todavía allí.

Pero ¿qué pasa con el 18,5 % que no sigue siendo amigos? Bueno, no todos los ACDs son creados iguales.

Los que perdieron su amistad después de que desapareció el sexo, dijeron que su relación de ACD estaba basada en el sexo, más que en la amistad, esto en comparación con los que se quedaron amigos. También se sintieron menos cercanos por su ex -ACDs, tenían menos amigos en común con ellos, y reportaron menor calidad amistosa en su relación.

Así que si actualmente tienes un amigo/a (o dos) con derechos, o consideras convertir a un amigo/a (o dos) en amigos con derechos, no te preocupes demasiado de la amistad: Si su relación no sexual es fuerte, la adición de un componente sexual en la mezcla es poco probable que cambie ese status. Y si tu amistad no puede sobrevivir cierta intimidad física que termina con el tiempo, es probable, que no era una amistad que valía la pena mantener de todas maneras.